Muchas veces tememos enfrentarnos a ciertas situaciones por el miedo que nos ocasiona, un miedo que generalmente suele ser peor en nuestra cabeza que en la realidad

En ocasiones tenemos que poner las cartas sobre la mesa porque por diversos motivos, alargamos situaciones que no nos convienen pero que por un motivo u otro mantenemos sin ningún tipo de necesidad

Este miedo viene provocado por tres razones: La primera es por sentirnos incapaces de ponernos frente al problema y sincerarnos, la segunda es la incertidumbre de lo que pensarán las personas implicadas y, la tercera, por las dudas de qué ocurrirá después y si habremos hecho bien

Estas tres razones solo hacen que demos vueltas y vueltas a lo mismo, además, nunca evolucionan. Ellas permanecen en el mismo sitio al igual que nuestra situación, que continúa estancada llevándonos a un callejón sin salida

En realidad sí que hay algo que evoluciona, que es nuestro malestar. Crece cada día al sentirnos cada vez más incómodos, además aumenta cuando nos hacemos conscientes de que estamos actuando por puro miedo

Todos en algún momento hemos experimentado una sensación de alivio cuando nos hemos enfrentado a algo, sea de más importancia o de menos. Esa es la sensación que debemos recordar, el alivio que se siente al hacer lo que tenemos que hacer

El alivio es una sensación aún más fuerte que el miedo, si quieres experimentarla y hacer que tu miedo desaparezca, comienza a dar vueltas sobre otra historia, sobre el plan de acción que vas a llevar a cabo para dar la cara y dejar de esconderte