Muchos dicen que no hay que mirar para atrás ni para coger impulso. Sin embargo, en momentos de cambios, esfuerzos y transformaciones, puede ser de gran ayuda echar la vista atrás de vez en cuando

Cuando la impaciencia nos hace alguna visita, pensamos que los cambios son lentos y que tu objetivo tarda en llegar pero ¿Te has fijado cómo estabas cuando decidiste cambiar y cómo estás hoy?

Es una más que efectiva manera de recordar que el proceso de transformación es muy gradual y no llega de golpe. A veces es tan progresivo el cambio que hace que no te des ni cuenta y pienses que aún estás en el mismo sitio

Si esto te ocurre, mira hacia atrás y responde a estas preguntas: ¿Cómo te sentías en el momento en que decidiste cambiar? ¿Cómo era tu vida entonces? ¿Cómo te sientes ahora que ya estás en tu proceso de cambio? ¿Cuántas cosas has aprendido desde entonces? ¿Qué tienes hoy que no tenías antes? ¿Qué no tienes hoy y que sí tenías antes?

Estas respuestas, te ayudarán a recordar que no estás inmóvil, que vas dando pasos aunque a veces haya momentos en los que vas más rápido y otros en los que vas más lento, pero el proceso de cambio siempre permanece contigo

Como decía Coelho: "Cada paso en el camino enriquece al peregrino", por lo que, puede que aún estés lejos de tu objetivo, pero estás mucho más cerca que ayer. Y no solo estás más cerca de tu objetivo, si no que cada día está siendo la oportunidad para mejorar aunque sea en algo apenas perceptible