Todos tenemos a nuestro cargo ciertas responsabilidades comunes como el trabajo o la familia. Sin embargo, si no está bien gestionada y la llevamos al extremo, puede resultar perjudicial para nuestras emociones

El exceso de responsabilidad puede comenzar sin darnos cuenta ya que generalmente lo hacemos con algo que nos gusta como puede ser nuestro trabajo o con nuestros hijos. Puede ser que queramos llevar bajo control ciertas cosas y es cierto que algunas de éstas son responsabilidad nuestra pero ¿Ponemos límites?

Las personas que lo quieren llevar todo para adelante con un control excesivo, puede que noten las consecuencias al cabo del tiempo: estrés, dolor de cabeza, ansiedad, tristeza, apatía...

Y es que una cosa es cuidar de los hijos o preparar correctamente una reunión y otra cosa es pensar que sin nosotros nada se mantendría en pie. Es cierto que cuando una persona se responsabiliza demasiado, tiene una intención muy positiva pero puede pasar factura si se lleva al extremo

Quizás puede resultar difícil detectar de qué manera estamos gestionando lo que consideramos que es nuestra responsabilidad pero el cuerpo y las emociones nos envían constantes señales que, bien atendidas, nos pueden ayudar a hacernos conscientes hasta qué punto nos estamos involucrando en algunos asuntos

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